lunes, 7 de enero de 2019

EL HOMBRE CIEGO


Cambios que varían en un país delirante, las contiendas políticas son la ordenanza diaria, la mayoría aborda ese tipo de conversaciones sobresaliendo de cualquier otro tema en particular. Es domingo y la tarde está a punto de saludar el crepúsculo, el Metro aguarda el tiempo requerido para iniciar movimiento a la estación Ali Primera, la escasa afluencia usuaria daba paso libre a ocupar los mejores asientos, sin embargo algunas personas preferían estar de pie, en especial los del último vagón donde un paisaje se avista pasando la cabina vacía del chófer. En un lado de esa ventanilla alargada, se encontraba sentada una señora rubia, limpiando la nariz de un niño cuya mucosa no dejaba de fluir, pero el pequeño de ocho años rechaza el esmero de su madre, en el otro extremo una pareja joven discutían el tema de moda, el gobierno actual, al frente de ellos a unos tres asientos de allí, una señora dormitaba arrugando el periódico que titulaba “Estudiante universitaria es salvada por un ser divino, ver página 8”, al lado un joven escuchaba música  a través de su MP3, evadiendo el contacto visual a su alrededor, mas adelante dos ancianos en el área preferencial discutían lo complicado del cobro de la pensión del mes, además una chica no mayor de 16 años intenta terminar presurosa la asignación olvidada, estresada y no era precisamente por su descuido, más bien por el inquieto niño que hacía estragos por una descuidada madre que obviaba dichas acciones, por otra parte su hermana que era más tranquila trata de distraerse con las luces externas que entraban y salían del vagón dañado contiguo, sin embargo no podía ya que su hermano mayor la molestaba, en el asiento contrario hablaba una pareja, un muchacho corpulento con camisa blanca, bluyín azul y gorra del mismo color, la joven pelirroja de falda larga y elegantes pliegues, hablaba con cuidado a su acompañante, ya que el tufo emanado de la boca del joven, le era terrible y por su misma timidez no lo aclaraba, la joven pese a ese detalle intentaba tomar la evasiva mano del joven, pero la apatía de su contrario gana cualquier deseo que ella pudiese tener, la joven de amplia silueta y figura de guitarra solo escuchaba el parloteo de aquel, quien en vez de comportarse como su novio, era un agregado más a ese viaje.  Cada 15 minutos sobresalen las consecuentes advertencias e informaciones procedente del auricular de la pared, molestando a más de un individuo por lo repetitivo y monótono de los  mensajes, al poco tiempo de cerrar las puertas automáticas, el tren parte del arden entrando a su primer túnel, esto es aprovechado por cuatro hombres, dos rubios, uno moreno y el ultimo de tez muy oscura, ubicados en diferentes partes del vagón, dos de ellos sacan una Tranfoglio 9 mm y Revolver 38 y los otros dos Pistolas Glock 9mm, el sobresalto causa que las personas se peguen a sus asientos, como si este acto pudiese hacerlos invisibles, las madres toman a sus hijos, callándolos para que su estruendo no llamara la atención de aquellos hombres armados. 
¾   ¿Qué pasa maricón?, ¡no te gusta! —Le habla al joven sin quitar los ojos de la mujer, — ¡Gorda, como me la mando el doctor!
¾   ¡Jonathan!, —Aclama la joven intentando ocultar su cara, en el hombro del robusto joven que la seguía sacudiendo.
¾   ¡Qué tal mami…,! este Guevón como que no te quiere.
¾   ¡Jonathan por favor! —Suplica la muchacha, mientras el joven sudaba frio, estaba tan nervioso que parecía que le daría un ataque, incluso su rudo corte de candado se encontraba mojado y chamuscado de sudor. 
¾   ¡Déjame! —Le grita el joven soltando a la mujer.
Alexis toca con el arma la cara del muchacho, que no pudo aguantarse dejando correr un líquido amarillo visible en su pantalón, este se destornilla de risa igual que Pedro que en ese momento se posicionaba a un lado de su compañero.
¾   Y este es tu hombre, mámi, un meón llorón, — Alexis pasa su pistola por los senos semi-descubiertos de la joven, le remueve del cuello un collar de cordón de cuero redondo, de donde le cuelga una cruz que a pesar de su elegancia no parecía ser importante para el victimario.
Ella solo cerraba sus ojos rogando a sus adentros, no ser una víctima más de la delincuencia de su país y obviando al joven que deja a su chica a la deriva, Alexis como si algo lo llamase desvía su contacto visual, volviendo al fondo del vagón en la esquina derecha a un hombre con lentes oscuro y sobretodo gris opaco, portando en su mano un elegante bastón amarillo, tan brillante que desde la distancia relucía igual que  oro, además de diminutas piedras que a primera vista lucían como diamantes.
¾   ¡Ha…!,  esto me lo mando Dios, —Dice Alexis lleno de gozo, entonces gira hacia Pedro que arrancaba de las manos del joven la billetera que unas temblorosas mano le situaba al frente, le da una señal para que se aproxime, este deja a la joven pelirroja y obedece  a su compañero.
¾   ¡Socio…!, — ¡Eso se ve criminal!, —Exclama Alexis, maravillado por el reflejo amarillo, —Si…, —Tomando la parte baja del palo demanda con imposición, — ¡Dame acá viejo…,! — Halando el bastón y al mismo tiempo su amigo le coloca el arma en las cien al caballero.
¾   No…,  —Responde el señor con firmeza y en un pronunciado acento francés.
Alexis ríe y Pedro le acompaña en otra pero más estridente risotada, a dos paso de ellos uno de sus amigos intimida a una muchacha con escasa ropa que lo alteraba, tanteando y escrudiñando el revelador pecho en busca de algún objeto de valor oculto, mientras su compañero no aparta su atención de los demás pasajeros.
¾   ¡Que es lo qué chamo…! estás en contra? —Reitera Pedro, presionando el arma en la frente del hombre e indica a su amigo en molesta voz, —…Hay chamo este carajo huele a muerto…, —Y volviendo hacia su amenazado, emana altivo  — ¡Dame lo que tienes..., o te quiebro!  
¾   ¡Nada daré!, —Persiste el hombre en calma, sin intimidarse añadiendo cierta burla comprimida.
El murmullo se enciende como pólvora, por lo que parecía una estúpida valentía, Alexis toma al señor por el cuello, donde una fría tez lo asombra causándole escalofríos.
¾   ¡Maldito ciego!, —Brama Pedro que impaciente empuja la corredera del arma hacia atrás, dejando una bala en la recamara de la pistola en un punto peligroso.
Alexis obviando con dificultad la helada piel del hombre, asume que es por el miedo así que  hala nuevamente el bastón, pero no pudo moverlo de la posición en que se encontraba, algo incomprensible para él ya que es un inútil invidente, lo intenta de nuevo pero lo único que logra es hacerle sonreír, el hombre dirige su atención a la ventana, donde el atardecer comenzaba acentuarse, escucha el sonido de las ruedas que daban el continuo choque eléctrico a los rieles emitiendo la señal de su falta de velocidad. El tren entra a un túnel y la iluminación paso a ser intermitente, los niños apretados en los pechos de sus madres no paraban de gimotear, para agravar la situación el tren se detiene.
¾   Perfecto, — Habla Alexis, — La mejor de nuestra suerte,  —Murmura para sí.
Pero como la perfección nunca es completa el vagón queda en penumbras, ni las luces externas del túnel eran suficiente para deslumbrar algo, en seguida comenzaron una variedad seguida de detonaciones, un bramido tras otro causa que los gritos recorran el vagón, los variantes retumbos de golpes y disparos dominaban, los sujetos se llamaban desesperadamente uno a los otros, hasta que solo una sola y quebrada voz se escuchó, era Pedro que no lograba ubicar a sus amigos, el pánico arropa su corazón y  le hace mencionar a un ser supremo, el cual siempre negó.
¾   ¡Jehová protégeme…!  — Clama luego de que algo redondo y peludo golpea su espalda, — Raúl…, Raúl…,  Mario…! coño cabrones contesten!,  — Entona en fuerte terror, su alterado corazón lo enloquecía, el sudor de su frente enrojecía su visión,  el tren retoma su camino y por ser tan repentino sacude al hombre, forjando movimientos erráticos al aire como si quisiera atinar a algo o alguien.
Los pasajeros agrupados se abrazaban entre sí, las voces, sonidos y disparos bombardeaban el vagón, evitando que no pudiesen hacer nada solo esperar que lo peor pase, a los pocos minutos que el tren cruza el túnel, el silencio se hizo presente, solo la noche fue quien dio la cara otorgando una grácil luz, pero lo que mostró la realidad de lo sucedido fue la energía que había vuelto al tren  revelando el decorado sangriento del vagón, algunos se encontraban heridos, otros suprimiendo lamentos, apretando sus labios hasta casi sangrar, los niños en su mayoría envuelto en un coro de lagrimas y gritos, otros inmóviles tal vez muertos por los distintos disparos alcanzados y los demás aun no descubrían su realidad, hasta que la imponente resonancia de un objeto colisiona con otro, esto los despierta de su autodefensa mental, era el vidrio de una ventana partiéndose, haciendo que remolinos de aires entraran y salieran violentamente del vagón, cristales bailaban lacerando la carne tanto viva como muerta del público en general, el pánico causo desmayos, gritos, vómitos, los que lograban coordinar algo presionan consecutivamente  el botón de emergencia. 
¾   Señores pasajeros en breve arribaremos a la próxima estación, —Indica la errática voz procedente de las bocinas del tren, — Se ha apretado el botón de alarma, sí es una verdadera emergencia presione nuevamente, — El alarmante repiqueteo resuena una vez más y todos al mismo tiempo, — …Señores pasajeros, su emergencia será atendida al arribar a la próxima estación,  — Establece la ofuscada e intermitente frecuencia procedente de la cabina del chófer, mismo en que el cansancio del día y conociendo la naturaleza molesta de los usuarios por un simple corte de energía, le hace conjeturar que era algo trivial, por lo tanto los ignora  acallando su información, de pronto el joven de unos 26 años divisa como el tablero se encendía como árbol de navidad, esto lo asusta ya que no solo era el último vagón sino todas las demás, en seguida realiza la llamadas correspondiente a sus superiores.
El tren llega al arden de la estación Ali primera, una multitud se centra curioso en el vagón cuyas ventanas estaban fragmentadas, en el otro extremo destrozadas. Las personas dificultaban al personal del metro avanzar, para cuando se obligaron a entender lo que ocurría, se abrió las puertas del vagón, las escasas personas que quedaron se abalanzaron hacia el exterior, atropellando a los curiosos que estaban en su camino hacia la salida más cercana, desesperados se precipitaban por las escaleras tanto fijas como móviles, incluso la de ambas direcciones, la mayoría no sabía por qué, solo se aferraban a una idea, lo que sea que pase no se quedarían para ser víctimas, el disturbio provocó atropellamientos, volcaduras, caídas y muchos heridos más, el personal del metro con desespero intentaban controlar al público, atenderlos, calmarlos y otros apartarlos para llegar hasta el tren, finalmente un grupo entre ellos dos mujeres y tres hombres consiguieron pasar, encontrándose una abominable visión, inevitablemente una de las empleadas se desmalla,  la otra se va en vomito, los hombres, uno tan impactado que las piernas no les respondían, los otros dos totalmente enmudecidos fluctuaban para acercarse, dos compañeros mas vienen por el llamado efectuado por el inalámbrico, entonces entrando al vagón los cuerpos mutilados y la sangrienta escena los espanta, el alto al retroceder cae de nalgas fuera de las puertas automáticas y el más joven se pega contra el tubo cerca de la puerta, vira aterrado por lo que aun se negaba creer que era posible que sucediese en este mundo, en su incredulidad deslumbra fugazmente una figura de mujer extrañamente vestida, que lo miraba fijamente y para cuando intentó precisarla con claridad, desapareció ante sus ojos.
Escrita por:  Akiluz